martes, 3 de abril de 2018

AVENTURAS CON FALSAS INTENCIONES (2015)


El veterano guionista, actor, productor y director estadounidense Barry Levinson siempre es recordado por su premiado largometraje “Rain Man” (1988), una de sus mejores obras y la primera por la que recibió varios Oscars y Globos de Oro gracias a su magnífica labor y, por supuesto, la actuación del inigualable Dustin Hoffman. Aunque su debut en el cine con “Diner” (1982) no pasó desapercibido, lo cierto es que tras “Rain Man” llegaron las cintas más destacadas de su carrera, como “Bugsy” (1991), “Acoso” (1994), “Sleepers” (1996) o “La Cortina de Humo” (1997), entre otras. Su filmografía también se engrosa con varios cortometrajes, documentales, series y otras películas para la televisión norteamericana, conformando todo un recorrido más que amplio que comenzaría tímidamente en 1978. 

Sin embargo, la trayectoria de un cineasta suele ser una montaña rusa repleta de sorpresas y desgracias, obras que quedan para la posteridad y otras tantas menores que tienden a quedar en el olvido. Tal vez, éste sea el destino que depara a “Rock The Kasbah”, una comedia musical que parte de falsas intenciones y demasiado esfuerzo para narrar la historia de Richie Lanz (Bill Murray), un manager que siempre ha tenido un don especial para localizar artistas con talento que acabarían despuntando en la industria de la música. Precisamente, es en una de sus últimas búsquedas en las que descubre a Ronnie (Zooey Deschanel), una voz diferente a la que consigue convencer para viajar hasta Afganistán con el fin de llevar a cabo una serie de conciertos. Poco convencida de su futuro por aquellas tierras lejanas, la joven abandona a Richie no sin antes robarle todo el dinero e, incluso, el pasaporte. Así es como empieza la gran aventura de este desdichado manager, que cuenta con el apoyo de la encantadora Merci (Kate Hudson) o el constante acoso de Bombay Brian (Bruce Willis), pero que, al menos, verá cómo su mala estrella cambia al conocer a una prodigiosa joven afgana a la que tratará de presentar en la versión local del mundialmente conocido programa de televisión “The American Idol”.

Como se puede apreciar, los trabajos de Levinson siempre cuentan con un elenco de lo más reconocido, por lo que “Rock The Kasbah” no podía ser menos. Es apreciable ver al cineasta tratando de aprovechar en vano esa estela nostálgica que suele despertar Murray gracias a cintas que ya son de culto como “Los Cazafantasmas” (Ivan Reitman, 1984) y sus secuelas, “Los Fantasmas Atacan al Jefe” (Richard Donner, 1988) o “Atrapado en el Tiempo” (Harold Ramis, 1993), entre otras muchas que nos acompañaron en aquella época de videoclubs y grandes películas de sobremesa emitidas en televisión. En esta ocasión, el mítico actor mantiene su línea habitual, sus gestos cómicos tan característicos y ese toque irónico que respira su presencia. No obstante, pese a su loable esfuerzo, todo empeño por sacar adelante su labor cae en saco roto. Ni siquiera el hecho de que Bruce Willis y Kate Hudson, además de otros conocidos nombres como Zooey Deschanel o Danny McBride (Shia LaBeouf abandonó el proyecto de forma amistosa); le acompañen en sus conflictivas peripecias por tierras exóticas, consigue sacar a flote un largometraje destinado al fracaso desde sus primeros minutos.

Así es, pese a los intentos por hacer despegar el guion de Mitch Glazer, la narración cae por su propio peso en más de una ocasión durante los 100 minutos de metraje que procuran una sensación más extensa de lo que en su momento pareciera. Cuesta pensar que Glazer fracase de forma tan estrepitosa conociendo su buen acierto en “Los Fantasmas Atacan al Jefe” (1988) o “Grandes Esperanzas” (Alfonso Cuarón, 1998). Su previsible final digno de una película de un telefilm no viene sino a significarse en una cuestión que, a fecha de hoy, debería estar más que obsoleta. Parece mentira que estemos ante un ejemplo más de la labor colonizadora de la hegemonía estadounidense a través de la cultura mediática. Una idea que rezuma tras la sensación de una especie de “favor” necesario y hasta encomiable por hacer razonar a los ciudadanos autóctonos con respecto a los derechos de la mujer, cuando lo que, en realidad, esconde son las posibilidades que ofrece el hecho de rendirse a los encantos del talento y del dinero que se puede extraer de él. Y tras ello, no queda nada, puesto que, una vez que se absorbe su esencia, su valor, ya se antoja casi insignificante. 

Con un título que inevitablemente recuerda al inolvidable tema de The Clash, cabía esperar ciertas dosis de locura hilarante aprovechando la presencia de una banda sonora ecléctica entre Cat Stevens, Bob Dylan y Shakira. A ello se suma una destacable fotografía a cargo del director norteamericano Sean Bobbitt, cuyo trabajo es especialmente reconocido gracias a su colaboración con el cineasta británico Steve McQueen en “Hunger” (2008), “Shame” (2011) y “12 Años de Esclavitud” (2013). En esta ocasión, a caballo entre Los Ángeles y Marruecos, Bobbitt pone especial hincapié en explotar aquellos tórridos paisajes casi infinitos entre un ligero halo de oscuridad que, al menos, transmite cierta inquietud en territorio hostil.  

“Rock The Kasbah” juega sólo en la superficie sin tomar riesgo ninguno. Una comedia musical más que añadir a la numerosa lista de este subgénero cinematográfico y que, pese a todos los esfuerzos, tristemente naufraga con un guion del que casi se podrían rescatar unas escasas escenas. De nada sirve contar con un actor de culto ni un reparto sobradamente reconocido ni tan siquiera un trabajo técnico notable, cuando una narración no comparte cierto encanto y un desarrollo que, ante todo, no transmita esa horrible sensación en la que el tiempo parece dilatarse más allá de lo que, en realidad, dura el metraje.

Lo mejor: la labor del equipo técnico es, cuanto menos, meritoria.

Lo peor: una narración excesivamente floja que provoca una irremediable desconexión.


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