miércoles, 13 de mayo de 2015

LA FRAGILIDAD DE UNA MENTE PRIVILEGIADA (2014)



Ya hemos comentado en alguna ocasión cómo los documentales sobre artistas con vidas trágicas tienen que balancearse constantemente entre la figura pública a tratar o su lado más oscuro y, por tanto, más sensacionalista. Igualmente, este aspecto puede hacer que la familia colabore o reniegue de su participación, como ocurrió con “Antonio Vega: tu voz entre otras mil”, la producción dirigida por Paloma Concejero que se exhibió en plena polémica. Los más allegados del cantante se sintieron engañados con el material resultante y podemos imaginar el por qué.

Las dos horas de cinta recogen, de forma cronológica, toda una trayectoria de una de las figuras más importantes de aquella Movida de los 80 y la posterior estela del pop español de calidad. La infancia y adolescencia de un niño con 168 de Coeficiente Intelectual que sentía una gran inquietud por la astronomía. Su pasión por el exterior escondía una gran fragilidad, cierto despiste y una fuerte ensoñación que siempre ha escondido tras su intensa mirada y una agridulce sonrisa. Su madre, preocupada por su hijo más rebelde, pero al que arropaba con más cariño, fue quien le llevó al médico para concluir que estaba ante alguien demasiado complicado. Poco se detiene en su etapa con Nacha Pop, que queda ensombrecida por los malos vicios y por las ansias de extrema libertad y de hacer todo y nada a la vez. Los primeros conciertos y apariciones en televisión, las emociones sobre el escenario, los nuevos amigos que se sumaban a un círculo cada vez más grande gracias a su fama. Un hombre que ocupaba su tiempo de ocio practicando alpinismo, kárate, devorando multitud de libros o desarrollando sus investigaciones sobre los anillos de Saturno. Su porterior carrera en solitario, el matrimonio fallido con Teresa y la pérdida de su siguiente pareja, Marga, fallecida en 2004 y a quien dedicó el disco “3000 noches con Marga”. Penas, supervivencia, soledad, esperanza, años de insatisfacción, de siempre querer más, que se detuvieron el 12 de mayo de 2009.

Un excelente material bien documentado que fue recopilado durante cuatro años, reuniendo fotografías y filmaciones en Super-8 del álbum familiar, entrevistas del propio cantautor gracias al trabajo realizado por el escritor Bosco Ussía, impresiones y dibujos de un alma inquieta, grabaciones inéditas, recuerdos y anécdotas en boca de su madre, parejas, compañeros, amigos y no tan amigos (como el actor Will More, que deja claro los grandes efectos de las drogas en unas estrambóticas y dañinas declaraciones que sobraban en este metraje, a no ser que la autora buscara amarillismo a raudales o, en su defecto, poner una nota de humor cruel).

Con un título en apariencia inadecuado que da la sensación de expresar que Antonio fue uno más del montón, el documental deja un regusto oscuro de un artista constantemente al pie del abismo, dejando un poco nublada su carrera musical, sus logros y desafíos profesionales. Esa mancha que vuelca la balanza sobre la drogadicción y no sobre quien es considerado poeta, amante de la música como forma de expresión para liberar los fantasmas que habitaban su mente. Y es que, para él, este mundo se quedaba pequeño y siempre necesitaba ir más allá. Un retrato íntimo que, tal y como su familia indicó, mantiene en la penumbra a un artista que vivió también en la luz y no sólo la de los focos.

Bajo una estética nostálgica y de aire retro, la fotografía es fantástica, pero más reseñable aún es la banda sonora, que, lógicamente, son temas variados del cantautor. De algunos se explica la procedencia de su magnífica letra, mientras que otros, casi himnos, pasan desapercibidos. “La chica de ayer”, “El sitio de mi recreo”, “Esperando nada” o la magnífica “Lucha de gigantes”, canción que interpreta, en un directo, un Antonio acabado, al que le falta la voz y que Concejero incluye como un punto y final, de nuevo, innecesario, buscando la lágrima fácil de quienes le tenían aprecio, de sus fans o de los que simplemente buscaban profundizar más en un artista que les era conocido.

Lo mejor: las anécdotas que nos cuenta su madre. El recuerdo de una vida intensa a través de su banda sonora.

Lo peor: la intervención de Will More contando hechos que no interesan y dejando ver viejas redecillas que no vienen a cuento. El insulso sabor de un documental que podría haber sido perfecto, pero que se centra más en la drogadicción del cantante, cayendo, así, en las redes de tantos otros trabajos que no sólo deslucen al protagonista, sino que oscurecen el propio mérito del metraje.



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